"Remembranzas, por ríos de agua fresca" Novela publicada en enero del 2011.

La casa de mis padres olía a fogón de leña, a hogar, a miradas bajo la luz de una vela. Pero sobre todo la lluvia le infundía un encantamiento, algo impredecible. Sólo faltaba que lloviera para que los pensamientos florecieran al unísono. Y las gotas persistían en los vidrios hasta nueva orden.

Tuvimos que salir rápidamente de donde estábamos y escabullirnos entre cultivos hasta que la noche nos cubrió por completo, no con el canto de las estrellas, sino con el ruido estremecedor de los rifles y la muerte, que finalmente eran la misma vaina. La soledad de la noche fue nuestra única compañía. A mi padre lo tuvimos que dejar allí tendido, mi madre dijo que los muertos pesaban mucho, que era mejor dejarlo allí para que Dios mirara que hacía con él.

 

Mariela Iregui Albarracín, hija de la distinguida burguesía bogotana nació justo el mismo año en que asesinaron a Jorge Eliecer Gaitán, eso generó un paroxismo en la población, cansada ya de tanta farsa política.

–Cansada de mi estirpe querida Carmenza, de la oligarquía conformada de aquellas familias españolas que lograron mantener la herencia de los encomendados y de los latifundistas de La Colonia–. La familia Iregui Albarracín salió del país, acusada por la población enardecida que como loca quemaba la ciudad. La niña sin conciencia acerca del desastre con que el mundo la recibía, fue a vivir a tierra extranjera, donde se crió hasta los ocho años, cuando volvió a su tierra natal donde encontraría sus raíces.

–¡Harold, ya eres amigo de todo el mundo!

–Compañero Santiago, aún me falta mucho. Y un buen día llegó saltando como loco a su nuevo apartamento donde también vivía Santiago y sin pensarlo lo tomó de la cintura elevándolo por los aires.

–Hombre, cuidado que tengo pintura,

–mañana firmo contrato con la universidad,

–¡¿cómo?!,

–pues sí, a partir del próximo semestre daré Fundamentación Técnica en el programa de plásticas,

–¡quiere decir, maestro de pintura, dibujo, fotografía!,

–sí, compañero, además Introducción al grabado y la escultura.

–No creo en el destino, pero el mío ya está marcado. Cada vez se me abren más puertas en la universidad, ay, la universidad. Tengo además la tutoría de proyectos de último semestre y una materia en una especialización que abrieron este semestre. Quiero pertenecer al grupo de investigación, nuevas experiencias pedagógicas en el campo de las artes, ¡aquí hermano en latinoamérica!

–Quieres... ¿Y qué te impide si tienes todo el tiempo a tu disposición?

–Además coordino el programa de extensión en artes los días sábados,

–!eh!, ¿nunca duermes?,

–bueno, poco. Pues tomo clases virtuales de inglés algunas noches.

–Y de francés y... ¿Qué te pasa compañero, quieres acabar con tu existencia?, ¿no sabes que el cerebro tiene sus límites?, tú me enseñaste que la vida nos debe solazar; a ver, ¿estás comiendo?, ¿alguna vez en el día o en la semana tienes tiempo para estar ahí tendido en la cama mirando únicamente el techo?

–¿Mirando el techo? ¿Estás loco?, pues hermano si eso es lo que haces en tu dichoso barrio y con tu dichosa gente, pues todo es una completa falacia, mácula...

–¡Harold!

Mamá Tulia, como le decía cariñosamente Lina desde el primer momento en que supo de su existencia, sentía el peso de los años y era muy poco lo que podía ayudar a su hija Carmenza. Su enfermedad era irreversible, la había causado la guerra;