Nuestra escuela se fue colmando de teatro por cada esquina, desde cada rincón posible, desde la entrada misma hasta el horizonte. No importaba las inclemencias del clima, estaban a cambio los colores que nos mostraba el ambiente natural, luego fuimos pintando ese mismo paisaje con vinilos y lápices de mil colores; pero también nuestros rostros se fueron transformando en un arco iris de alegría y claro, no podía faltar la música del profe Pedro. El arte fue cambiando la rutina por un saber más ameno, alegre, transformador. Poco a poco los vestuarios, las máscaras, los instrumentos, los personajes, las historias, se fueron metiendo en las aulas, de puesto en puesto, de risa en risa. Fuimos una alternativa de carnaval, de obras que se fueron representando no sólo en izadas de bandera, en festivales de danza, después de clases, entre clases, en los sueños. ¡Sí!, también ese grupo de niños y niñas que hicieron realidad este hermoso sueño y permanecen aún en la memoria. A ellos todo mi cariño. Olga
Es bonito cerrar los ojos y soñar con aquella escuela que me hizo tan feliz, es como recorrer cada espacio de esa pequeña escuela entrando a cada salón y recordar los aprendizajes los maestros, la profe Olga, la profe Marcela, el profe Pedro con su melódica canción de mi cacharrito de Roberto Carlos, lo hacía cada vez que nuestros corazones estaban congelados del frío de los problemas que se nos presentaban por las diferentes circunstancias que habían, pero siempre predominaba una sonrisa y una palabra de aliento y superación por parte de todos los maestros, incluyendo al profe wilson de sociales que con su barriga siempre hacía que nuestras clases fueran diferentes enseñándonos la importancia de estudiar, gracias a todo ustedes por hacer de mi infancia bonita y que hoy puedo decir que me siento orgulloso de haber estado en aquel lugar tan frío, pero que a su vez me llenó el alma y corazón de muchos aprendizajes.
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