"Esta no es una historia de recuerdos, es una historia tejida con la pasión del recuerdo de tres generaciones que luchan por la subsistencia y quien sobrevive es el amor.
Son ellas mujeres semilla de la tierra, desde el campo o desde una ciudad cualquiera. Mujeres y hombres que aman de maneras distintas pero con el mismo corazón. La pasión del recuerdo permite ahondar en cada historia marcada de violencias, diálogos que engrandecen, dudas y placeres, y las une; a esas mujeres de geografías distintas. Te llevo en el corazón es una manera de permitir que el recuerdo permanezca vivo, y así lo hacen a través de cada página.
Y entonces, cada página enardecida con el agua del río o de la lluvia; es fuente de vida que renace como una novela".
–Es
hora de permitirme enlazar recuerdos en silencio–. Lo dice muy
adentro y se deja caer en la mecedora mientras las imágenes van
llegando lentamente, cubiertas por el rocío de la mañana. Un viejo
sillón
se instala junto a la mecedora casi exterminada por los años.
Aquella
noche el viento y la lluvia formaron un coro que invitaba a una
conversación. Los recuerdos se fueron instalando poco a poco en cada
espacio posible de la habitación y entre ladrillo y ladrillo fueron
metiéndose osadamente para instalarse y una melodía soportable fue
regocijo para una historia que nacía. Las tres mujeres estuvieron de
acuerdo, sin proponérselo, en no dormir. La
anciana escudriñando en su memoria, rescatando aquellos recuerdos
perdidos por el tiempo y tratando de hallar la imagen de la joven que
tenía enfrente y que la miraba con una ternura insoportable.
–Niña,
mañana viajarás por la felicidad– y la noche se fue despidiendo
con los golpes sobre el tejado sin más escrúpulos que una memoria
rescatada.
_RETORNO
A mi
propia galaxia.
Grito
y mi voz es tan solo un eco que se diluye en el mismo aire,
que
es tibio y frio a la vez,
conquista
cada célula
y se
funde en una simbiosis de amor;
mi
oxígeno.
Sueños
del tiempo inmemorable,
me
arrullan
Regreso
a un estado primitivo
y me
detengo en el mar
de
otro vientre
Entonces...
Me
arrullas
como
si fuera semilla;
o
tal vez,
promesa
de un árbol
Y...
Suavizas
mi tiempo,
y me
llevas a mundos insospechados,
y me
retienes con tus grandes ojos;
que
son de cielo,
que
son un sueño;
Pero
también mar y selva.
Regreso,
con
mi delantal azul profundo –de cuadros pequeños-
bailo
por el césped que acaricia mis pies, pequeños
y
nuevamente me interrogo.
¿por
qué no llegas?
Y
una estrella en lo Alto me responde:
¡Milagro
de una mujer que renace!
Y
entonces,
recuerdo
la imagen perfecta de mis pies
saliendo
por el agujero de la vida;
Y,
ella
mi
madre;
me
arrulla como cuando yo era pequeña
Me
toma con sus manos que son luz;
que
son un canto;
que
son libres melodías a la madre Tierra.
Ella,
retorno
a mi propio amor.